domingo, 28 de octubre de 2012

El feminismo y las Relaciones Internacionales

    Las Relaciones Internacionales sitúan su comienzo en los tratados de Westfalia de 1648, momento en el que surge el Estado Nación; sin embargo, se convierten en una disciplina a mediados de siglo XX, después de la Primera Guerra Mundial, cuando en las universidades de Estados Unidos empezaron los grandes debates sobre el estudio y análisis de la realidad internacional. Las R.R.I.I. han centrado su objeto de estudio básicamente en las relaciones entre los Estados, el análisis del conflicto, el poder, la amenaza,  seguridad, disuasión y la estrategia nuclear; estos temas han sido a lo largo de su historia dominios masculinos en los que raramente se ha observado a mujeres desempeñando funciones de alta gerencia o como especialistas en seguridad internacional.
    El surgimiento del movimiento feminista no estuvo al principio ligado a las Relaciones Internacionales, esta investigación empezó en el periodo entre las dos guerras mundiales debido a la necesidad de formular recomendaciones concretas de política.
    No fue hasta el fin de la guerra fría y el debate sobre la hegemonía de los Estados Unidos en donde se abren puertas a ideas que no fueron tomadas en cuenta antes, es entonces que las posiciones feministas se vieron favorecidas y tuvieron más oportunidades de incorporarse e intervenir en las Relaciones Internacionales. Sólo después de la celebración de la conferencia sobre “Woman and International Relations”, apadrinada por la London School of Economics en 1988, que los muros disciplinarios se vuelven más permeables a aquellas cuestiones.
   Uno de los debates centrales del análisis feminista en las Relaciones Internacionales discute si debe ser la mujer o, por el contrario, el género su eje principal de atención, un debate que incorpora  complejas reflexiones intelectuales y conceptuales.
   Entre las feministas más destacadas en Relaciones Internacionales encontramos a Ann Tickner quien es profesora en la Escuela de Servicios Internacionales, American University, Washington DC. Sus libros incluyen Gender in International Relation: Problemas y Enfoques en la era posterior a la Guerra Fría (Columbia University, 2001), género en las relaciones internacionales: Feministas Perspectivas sobre el logro de la seguridad internacional (Universidad de Columbia, 1992), y (Columbia University, 1987). Uno de sus artículos de revistas más famosas, fue la pieza "Simplemente no lo entiendo" (International Studies Quarterly (1997) 41, 611-632), que reprendió a los principales teóricos de las relaciones internacionales (como Robert Keohane) por no reconocer el crítico potencial de la teoría feminista y la negación de su derecho a ser alumno de las relaciones internacionales. Tickner es una de las autoras feministas radicales que defienden la entrada de la mujer como estudio en las Relaciones Internacionales.
   Una de las propuestas más relevantes es la evaluación de la teoría del realismo político de Morgenthau (1948), hecha en 1988, haciendo una lectura feminista de los componentes centrales sobre los que se fundamenta el mismo, es decir, en los seis principios formulados por Morgenthau. Esto debido a que la política de poder de Morgenthau se constituyó en un hito para el desarrollo del enfoque político del estudio de las relaciones internacionales y por su aporte decisivo en la configuración de la disciplina y de su análisis teórico-político.
   Tickner alude a Morgenthau para a través de sus famosos seis principios configurar una alternativa feminista que demuestre que el sistema internacional está estructurado y entendido por una visión masculina, incompleta y parcial, por lo que propone agregar una perspectiva femenina que "ayude a conceptualizar una visión mundial" diferente a la existente y a generar "una epistemología feminista de las relaciones internacionales" y de esta forma hacer más accesible el campo de las relaciones internacionales a las mujeres, lo cual, en definitiva, suministra modos de pensamientos que hacen más completa la visión y comprensión del mundo.
   Se centra más en comprender la naturaleza de las relaciones internacionales que en establecer herramientas posibles para quitar barreras de acceso a la mujer; también reconoce que en la agenda internacional se priorizan problemas con los que los hombres han tenido mayor afinidad, por lo que considera que "¿si los hombres son los que primordialmente están describiendo estos problemas y construyendo las teorías para explicar el funcionamiento del sistema internacional, no es lógico encontrar una perspectiva masculina en la disciplina académica?" (Tickner, 1988).
   Tickner no invalida la comprensión del sistema internacional producida desde el realismo político, pero declara que es imperfecta y ella se propone perfeccionarlo añadiéndole el punto de vista femenino.
   Para reformular los principios de Morgenthau, define masculinidad y feminidad, haciendo uso de las teorías feministas. Sostiene que estas definiciones son producto de un conjunto de categorías sociales construidas en el tiempo que, asociadas a la masculinidad, son utilizadas por Morgenthau para desarrollar su pretendida teoría racional de la política, en la cual los términos racional, objetividad y poder responden a valores masculinos.
   El otro punto del discurso de Morgenthau que Tickner cuestiona es el que se refiere al comportamiento inmoral de los actores internacionales (Estados), el cual se considera racionalmente prudente para alcanzar su interés nacional, así como producir un orden dentro del sistema internacional que es considerado caótico y conflictivo. Dado que la vida o supervivencia del Estado, de acuerdo con el realismo político, depende de su capacidad de maximizar el poder y de su voluntad de luchar, obviando los elementos de cooperación y regeneración, que también son aspectos de las relaciones internacionales, son comprensibles las recurrentes crisis y escaladas de violencia experimentadas en el sistema internacional durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente.
   Asumiendo que la mujer percibe su entorno de manera muy distinta ha como lo hace el hombre, la visión de la moral y el comportamiento de los estados son percibidos y concebidos también de manera distinta. Esto origina que en relaciones internacionales la tendencia a pensar la moralidad en términos abstractos, normas universales e inalcanzables y puramente instrumentales, como lo hace Morgenthau, disminuye nuestra habilidad de tolerar las diferencias culturales y buscar el potencial para construir la comunidad internacional a pesar de estas diferencias.
   Tickner identifica la “alta política” como un “mundo de hombres, un mundo de poder y conflicto en el que la guerra es una actividad privilegiada” en la que las mujeres han sido excluidas. También nos habla de las dificultades que tienen las mujeres al entrar a la “alta política” y recuerda las palabras de Kirkpatrick sobre su falta de influencia en la toma de decisiones, hecho que ella misma atribuye a su sexo.

Cuadro comparativo entre Realismo vs. Feminismo

  
 

   También hace una reformulación del término “seguridad”, afirmando que las mujeres tienen fundamentalmente un concepto multidimensional de seguridad que va mucho más allá de la definición corriente masculina ya que se caracteriza por experiencias específicas en el área social y privada a diferencia del concepto masculino que se caracteriza por categorías militares.

BIBLIORAFÍA
LOCHER, Birgit – Las Relaciones Internacionales desde la perspectiva de los sexos.
VILLAROEL, Yetzi - Los aportes de las teorías feministas a la comprensión de las Relaciones Internacionales.
CARVALLO PONCE, Pedro M. – Género, Posmodernismo y Relaciones Internacionales. La identidad femenina en el discurso de las organizaciones internacionales.
TICKNER, Ann – Gender in International Relation.
 
Realizado por: Angie Ramos, estudiante de 5° ciclo de Relaciones Internacionales en la Universidad Tecnológica del Perú.

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